miércoles, 1 de junio de 2022

OVEJA NEGRA

 


TÍTULO DEL LIBRO: Oveja Negra

NOMBRE DEL AUTOR: Mariel Turrent Eggleton

GÉNERO: Novela

PÁGINAS: 246 

AÑO DE PUBLICACIÓN: 2021

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RESEÑA DEL LIBRO:

Oveja Negra es una muñequita rusa, una Matryoshka pequeña que contiene muchas historias. Comienza como una novela negra, pero no es nada más una novela negra. Continúa como una novela erótica, pero no es solamente una novela erótica. Es una novela testimonial que nos narra la vida de un ángel perdido, un detective salvaje de esos que el mundo no se merece, pero no es nada más una novela testimonial. Es, evidentemente, la suma de sus partes, es decir: la suma de la nostalgia por el primo ido, el descubrimiento de la pasión que una mujer experimenta cuando descubre dentro de ella el cuerpo de otra mujer, es la poesía de sus oraciones limpias, las canciones y los poemas que Marcela guarda como amuletos contra la tristeza, las lecturas de sus personajes que aman como ustedes la ceremonia privada de entrar al refugio de un libro, la noche serena de esa ciudad mexicana, de esta ciudad nueva que ahora recorro con los ojos de una mujer que quiere vivir y sentir y darse la oportunidad de ser todo aquello que a veces la vida no quiere que seamos. 

Juvenal Acosta 

Oakland, California, Mayo, 2021.

 


PALABRAS DEL AUTOR:

Todos en el fondo llevamos una oveja negra. Somos parte de un rebaño con ideas y normas establecidas, pero ¿quién no ha sentido la necesidad de romperlas?, ¿quién no ha querido salir del rebaño y conocer quién es y de qué está hecho?

Oveja Negra nace hace 20 años por la necesidad de contar la historia que me fue confiada por alguien muy querido que murió y me pidió que escribiera su vida. Yo, que en ese entonces no escribía novela y para que él viviera su catarsis y se desahogara le regalé una grabadora y unas cintas. Cuando murió, llegó a mi ese material y el compromiso de cumplir y contarlo.

La parte autobiográfica son las emociones y los sentimientos, mis dudas sobre si debía publicar la historia o no y cómo publicarla. También mis ideas sobre la familia, el deseo, la muerte, el suicidio, el amor, el destino. Esta historia es un rompecabezas que construí con piezas tomadas de varias historias diferentes que no tenían relación, cosas que le sucedieron a otras personas; yo inventé las piezas que faltaban para unirlas y crear el collage de verdades que forman la ficción. 

 

SEMBLANZA DEL AUTOR:

Mariel Turrent Eggleton (México D.F. 1967) Autora de la novela Hasta el último vuelo (2018), de los libros de cuentos Cajón de muertes y amores (1996) y de los poemarios Desnudeces de agua (2001), En el profundo oleaje de nuestros amores (1999)La Jornada del Viento (1998), Desde adentro (1994). Sus cuentos, poemas, reseñas y ensayos han sido publicados en diversos medios electrónicos e impresos.  Obtuvo el primer lugar en el segundo concurso de cuento Juan Domingo Arguelles (1999) y Premio Rey Ocho Venado al mejor poema del año, otorgado por el X Encuentro Internacional de Mujeres Poetas México (2002). Y es cofundadora de Malix Editores.

 


Juvenal Acosta: "Ciudad visible"

 

Ciudad visible
por Juvenal Acosta
 

Hace tiempo, cuando aún no había leído a Mariel Turrent, Cancún era una más de las muchas ciudades del mundo que quería conocer, pero gracias a las dos novelas de Mariel Turrent, la primera titulada Hasta el último vuelo y ahora esta que usted tiene en sus manos, Oveja negra, siento que ya he respirado el aire caliente de esa ciudad ubicada en la punta de la zapatilla mexicana. Gracias a las historias de Sabina y Marcela siento que he recorrido las avenidas cancunenses, que imagino anchas, que he sentido en la frente el peso agobiante de la humedad y el calor que calcina los techos de sus casas y la arena de sus famosas playas. Gracias a estas novelas conozco ahora otro Cancún, el que no conocen los turistas que lo visitan. También es posible que conozca un poco, gracias a la poesía de estas páginas que es un manifiesto de amor a la vida, la manera en que piensa y siente una mujer autoexiliada hace mucho tiempo que hizo de Cancún el escenario de su realidad y sus ficciones. 

       Hay ciudades que uno recorre nada más a través de los libros que uno abre como se abrían los mapas de papel antes de que estos se digitalizaran y se convirtieran en una aplicación. Yo fui hace muchos años el niño lector que viajaba por las ciudades, los bosques, los desiertos y las selvas del mundo de esa manera. Tuvieron que pasar muchos años para que yo conociera algunas de esas ciudades ficticias; para el momento en que las caminé, ellas, las ciudades y los desiertos y las selvas intangibles, se fueron revelando como algo material y cierto, algo habitado por olores concretos, sonidos y algarabía de idiomas nuevos. Aquellas ciudades no eran las mismas de los libros: eran otras. Aquellas ciudades literarias se convirtieron, además de preservar su identidad original, en las metrópolis sucesivas de todas las novelas y todas las películas que sumé a través de los años a mi primera experiencia de lector. 

        Las ficciones más poderosas y convincentes de las novelas y los filmes hacen visible lo impalpable. Esta es una de las funciones de la ficción narrativa: nos viene revelando desde hace siglos días y noches desconocidos que el lector aprende a desear, dramas que nos dejan cicatrices luminosas, amores y odios profundos. La ficción nos convence de que abandonemos todo aquello que consideramos nuestro y familiar por unas horas intensas y vivamos así la experiencia vital del otro, de la otra, como si fuesen propias. La novela hace visible lo lejano, nos acerca a lo imposible, le enseña al varón a ser mujer, a la niña a ver el mundo como lo ve un anciano, nos entrega sin engaños lo inaccesible, nos transmite la complejidad de una ciudad lejana donde mujeres como Sabina y Marcela recorren sus calles y sus pasillos para entender de que materia prima están hechas la poesía, la noche, los recuerdos y la sangre que transita por sus venas.

        Entender es cuestionar, es poner en tela de juicio. Aquel que en verdad busca la epifanía poética, esa forma de entendimiento humilde y totalizante, no se resigna a aceptar lo que la vida le entrega como dogma, como limosna de la razón y el sentido común; por esto pienso que las mujeres de las novelas de Mariel Turrent, que a mi juicio son los personajes más interesantes, se manifiestan como modelos de insatisfacción y errancia espiritual. 

        Como en las novelas que nos marcan de manera indeleble, las páginas de estos libros están pobladas de preguntas: En Hasta el último vuelo, Sabina se pregunta “¿Cuál es la diferencia entre el instinto, el intelecto y la intuición?”. Mariel Turrent no ofrece respuestas porque esa no es la tarea del escritor. La novelista comparte, en cambio, una historia que nos lleva por el laberinto de la ciudad que ha ido armando como un modelo hecho de palabras a medida que Sabina la descubre. Nos invita a descubrir de qué materia humana están hechas la ilusión, la esperanza y el desasosiego.

        Si Hasta el último vuelo es la novela del descubrimiento de una vida nueva, su segunda novela, Oveja negra, es la confirmación de que las preguntas que se formulan en aquellas páginas continúan vigentes en los días y las noches de una protagonista que ya no tiene la juventud impetuosa y fresca de Sabina, sino la plenitud que otorgan el dolor y la experiencia. Esta otra mujer, Marcela, podría ser la hermana mayor de Sabina. Ahora mismo las imagino sentadas en una banca junto al mar. La respuesta que Marcela podría darle a aquella pregunta de Sabina podría sonar así: “No te preocupes tanto por esas cosas, Sabina. La verdad no creo que haya mucha diferencia entre el instinto, el intelecto y la intuición porque cada una se va transformando por su cuenta a medida que nos hacemos grandes hasta que acaban por parecerse demasiado”. 

        Pero hay que aclarar que esta otra mujer, Marcela, no es Sabina, y tampoco hay que asumir que Marcela sea la autora de la historia, Mariel Turrent, aunque es posible especular que en todos estos personajes, Patricio en particular, haya algo de ella. Aquellos de ustedes que practiquen el vicio terrible de la lectura, posiblemente conozcan aquella famosa declaración de Gustave Flaubert sobre el más famoso de sus personajes, Emma Bovary: “Madame Bovary soy yo”. Tal vez, todos aquellos que escribimos novelas somos, consciente o inconscientemente, las personas que creamos; tal vez modelamos a esos hombres y a esas mujeres con la arcilla frágil de nuestros deseos, de nuestras culpas, de nuestros recuerdos. 

        Oveja Negra es una muñequita rusa, una Matryoshka pequeña que contiene muchas historias. Comienza como una novela negra, pero no es nada más una novela negra. Continúa como una novela erótica, pero no es solamente una novela erótica. Es una novela testimonial que nos narra la vida de un ángel perdido, un detective salvaje de esos que el mundo no se merece, pero no es nada más una novela testimonial. Es, evidentemente, la suma de sus partes, es decir: la suma de la nostalgia por el primo ido, el descubrimiento de la pasión que una mujer experimenta cuando descubre dentro de ella el cuerpo de otra mujer, es la poesía de sus oraciones limpias, las canciones y los poemas que Marcela guarda como amuletos contra la tristeza, las lecturas de sus personajes que aman como ustedes la ceremonia privada de entrar al refugio de un libro, la noche serena de esa ciudad mexicana, de esta ciudad nueva que ahora recorro con los ojos de una mujer que quiere vivir y sentir y darse la oportunidad de ser todo aquello que a veces la vida no quiere que seamos.

Juvenal Acosta
Oakland, California
Mayo, 2021

Miguel Ángel Meza: "El antes y después de Mariel Turrent"

                                                 


El antes y después de Mariel Turrent

Por Miguel Ángel Meza

 

En la historia de las amistades literarias, hay un momento que define un antes y un después. El antes —en el caso de Mariel y el que esto escribe— se fue construyendo al calor de los libros, como si fuera una complicidad surgida al abrigo de ciertas afinidades electivas tanto en lecturas como en visiones del mundo y aprendizajes de vida, siempre con el acompañamiento de las respectivas obras creativas. El después parecería empezar en el ahora: porque percibo que estar aquí, al lado de mi querida amiga, es una especie de parteaguas en esa relación literaria que hemos cultivado a lo largo de casi treinta años, un tiempo pausado en distintos momentos por los apremiantes principios de realidad.

          Como testigo cercano de sus afanes creativos, he seguido con curiosidad intelectual la trayectoria de Mariel Turrent. La he seguido desde aquel su primer libro de cuentos publicado en 1996; luego, durante su incursión en la poesía donde enfrentó las mudanzas prodigiosas del lenguaje; más adelante, en su formación como lectora que no solo devora libros, sino que los asimila con provecho —lo cual constituyó su verdadera universidad—, hasta su apuesta por el género de largo aliento, primero con su novela Hasta el último vuelo —obra de formación y aprendizaje, de descubrimientos tanto de su personaje como de las posibilidades de la autora misma como creadora—, y ahora con esta novela del 2021.

En este seguimiento me he comportado no solo como lector interesado y comprometido con lo que se publica en el terruño, ni solo como editor de una revista literaria en la cual ella ha colaborado desde 1999. Me he comportado, fundamentalmente, como un crítico amigo que se ha tratado de mantener al margen —cuando se convierte en crítico— de los equívocos complacientes que puede generar a veces la simpatía, el cariño y la amistad.

          Y desde esa posición me atrevo a afirmar que Oveja negra es, sin duda, esa obra que marca la entrada de nuestra autora a una etapa de madurez literaria y de nuevos retos, tanto en la lealtad a sus inquietudes temáticas como en la conciencia de su procedimiento formal, es decir, la conciencia de la traducción de realidades personales a una ficción verosímil e independiente. Esa ficción, esta novela, alza el vuelo con tal autonomía y libertad que transporta al lector a un universo que se sostiene por sí solo, con vida propia. Y no solo se sostiene por el interés que suscita en nosotros su protagonista —con sus sueños e incertidumbres, con sus dudas existenciales y su audacia para vivirse como una mujer distinta dentro del cuerpo que habita—, sino, principalmente, por la literariedad de su tratamiento.

Decía Flaubert: no hay temas buenos ni malos, solo hay buenos o malos tratamientos. Esto que hoy parece una obviedad, pero que en el siglo XIX fue una idea subversiva, sigue vigente y debe estar marcada con fuego en el espíritu de los escritores que quieren ser algo más que buenos novelistas. La novela es forma. La belleza literaria depende esencialmente de la forma y del lugar que ocupe la poesía como categoría artística en la representación discursiva, tanto en la prosa que solicita de la poesía sus virtudes —sonoridad, precisión, armonía, ritmo— como de las imágenes poéticas que agregan otra realidad a la realidad vulgar que describen.

Y esta literariedad vale también para la verosimilitud de los otros elementos del sistema novelístico. Por ejemplo, la creación de personajes. Cuando estos entes de la ficción salen de la página y empiezan a caminar frente a nosotros compartiéndonos sus reflexiones, inquietándonos con sus actos, conmoviéndonos con sus sentimientos y toma de decisiones, sabemos que estamos frente a una obra viva. Una obra que puede dejar huella específica en nuestra memoria, como aquellas personas que ayer no conocíamos y que hoy de pronto se vuelven cercanas y queridas en virtud de su singularidad humana.

Es el caso de Marcela, la protagonista de esta obra (de muchas maneras alter ego de la autora), cuya vida antiheroica y convencional esconde pasajes ocultos donde se revela como una mujer intensa que anhela otra vida, con sus pasiones, ilusiones y sueños. Su heroísmo es interior. O como el caso de Patricio, ese prototipo de la libertad, cuyo arrebato existencial recibe recompensas, pero también sufraga facturas vitales cuando la vida suele cobrárselas; pero, sobre todo, es el caso del investigador Oliver Mata. Hombre paradójico y misterioso, que puede parecer a muchos un ser increíble en la realidad, Mata se levanta en la novela con inquietante verosimilitud, tal vez porque refleja las ambigüedades que trasuntan los claroscuros de que somos capaces los seres humanos. Es otra oveja negra en la novela de las muchas que a su manera escapan del rebaño de la medianía, de lo supuesto, de lo corriente, para revelarse si no excepcionales sí sugerentes en su atractiva y compleja individualidad.

          Novela del realismo intimista que escrudiña el alma de una mujer y su transformación, Oveja negra también roza otros géneros: el relato negro al inicio, luego el diario personal —esa especie de noveleta dentro de la novela— y, al final, el guiño de un erotismo suave, más romántico que transgresor, todo ello como pretexto para ofrecernos el texto esencial de Marcela. Representante de una mujer casi típica de la clase media cancunense —una mujer que ha elegido su conservadurismo y su tranquilidad espiritual a sabiendas de que su dicha está lejos de las antípodas—, Marcela es un personaje que era necesario contar en la narrativa local, porque refleja la sensibilidad de esa clase y los principios de quienes la conforman. La intensidad de sus vivencias es interna, sus aventuras no dejan cicatrices externas sino viajes al fondo de sí misma documentados por la reflexión que tiene más preguntas que respuestas, ambientados por la nostalgia del tiempo que sedimenta las experiencias de vida, decantados hacia la elección de la paz interior.

          En el panorama de la literatura cancunense, la figura de Mariel Turrent va cobrando cada vez mayor visibilidad, consistencia y prestancia literaria. En tres años, dos novelas la han ubicado en un lugar preponderante entre las y los escritores locales que se han ocupado de este género en nuestro pasado reciente, y se erige como un acicate y un reto para los que están trabajando en él en este momento. Con estas dos obras, Mariel se ha alejado de ese concepto abstracto que es la literatura para empezar a escribir su literatura, como le recomendaba Alfonso Reyes al joven Ricardo Garibay, cuando este le decía que abandonaba la investigación académica (lo que no se le daba ni por temperamento ni por vocación). Olvídese de la literatura —le decía Reyes— y ocúpese de su literatura, lo que quiere decir:  exprese su propia voz, hable de lo que le atañe, grite lo que le sale de las entrañas. Me parece que Mariel ha entrado ya en ese camino.

Tal vez me equivoque, pero intuyo en Turrent —en este punto de quiebre de su trayectoria— un paso adelante en su designio interior de convertirse en creadora. Herman Hesse lo definía como la necesidad de cada uno de vivir la historia personal a partir de las renuncias. La única manera de alcanzar la meta —afirmaba el autor de Demian— es atreverse en reemplazar a los guías, abandonar a los maestros, alejarse de las tutelas para enfrentar en solitario la búsqueda de las nuevas rutas.

Finalmente, pienso que, con Oveja negra, la escritora ha agregado una parcela más a nuestro mapa literario. Una parcela que ayuda a perfilar otros rasgos del rostro de nuestra ciudad, otras formas de su temperamento, un espejo más de su diversidad. Y está contribuyendo mediante su literatura a construir esa identidad cancunense tan elusiva en su continua transformación.

    Hay que leer esta novela no solo porque es una obra bien escrita, con trama exterior e interior de dosificado suspenso y una intertextualidad posmoderna de pertinente riqueza, sino porque es emotivamente honesta. No es una obligación por supuesto, pero los lectores locales deberíamos atender más los productos de nuestros autores, sobre todo en un momento en que el fenómeno literario cancunense ha entrado en una fase de sazón propositivo que expresa cada vez con mayor preocupación artística la problemática de nuestra ciudad. Esto no solo contribuye a cerrar el círculo virtuoso de la escritura, sino propicia la consolidación de un sentido de pertenencia tan necesario a nuestra comunidad cultural cada vez más activa y pujante. 

         

Miguel Ángel Meza
Cancún, Quintana Roo
Mayo, 2022

lunes, 5 de julio de 2021

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Oveja negra, de Mariel Turrent Eggleton

 lunes 13 de diciembre de 2021
Oveja negra, de Mariel Turrent Eggleton (Malix Editores, 2021). Disponible en Amazon

1

Vidas cruzadas, hilos tejidos que destacan la presencia de personajes sujetos a la indagación, a ser blanco de buceo para poder revelarlos en una sumatoria de anécdotas donde destaca una novela dentro de otra novela. 

Para continuar leyendo da clic aquí: Alberto Herández comenta Oveja Negra en Crónicas del olvido, Letralia





Hola Mariel, me gustó mucho La Oveja Negra, te felicito y te doy gracias  porque me acompañó durante la primera quimio de mi esposo.  Ahora estamos en la segunda, gracias a Dios se ha sentido bien y con muy buena actitud, algo que me ayuda mucho.  Vuelo a tu libro, me “metí “ en el, conozco al pintor León Alva del que hablas , fue mi vecino en Marbella, supe de una turista que cayó de un cuarto o quinto piso, no recuerdo bien, bueno quizá no sea la misma persona de la que hablas, en fin me metí repito , a tu libro y me lo "bebí". Un primo Patricio , creo que en todas las familias existe, yo tengo uno y muy querido. 

Lidia

Cancún, enero 4, 2022


Querida Mariel,

No quiero dejar pasar más tiempo antes de comentarte. Gracias por tu "Oveja negra", que pude por fin leer esta semana. Como dice Juvenal Acosta, es un manifiesto de amor a la vida. Hay en ella grandes momentos de inspiración sobre la condición humana y una prosa literaria que alcanza en muchos momentos vuelos poéticos. (Bienvenida, Escritora (que no "escribidora").

Miguel Ángel Meza Robles

Cancún, agosto 7, 2021.


Un tejido elegante y punteado de cameos que todo cancunense gozará. Manufactura exquisita con referencias, auto referencias y contra referencias del mundo de las artes, cine, pintura, música.  Gran manejo del lenguaje que suele tornarse prosa poética en ratos.

¿Cuántas historias puedes encontrar?  Eso te permite personajes redondos incluso los que apenas pasan por ahí: el tigre perdido como nosotros; Patricio, una vida para centrar y contrastar la propia; Britt un pivote para centrar y de ahí usar una lanzadera las historias de la historia; el submundo del MP; los pasillos de la hotelería. Y por supuesto, la vida de nuestra heroína particular. De claroscuros y compromisos. Renuncias y aceptaciones.

Con entretejidos poéticos propios y ajenos, que descubren la profundidad de la autora y su espíritu.

Y de fondo; la música que va in crescendo hasta terminar atronadora fuera de cuadro…Y terminaría con. Y siempre el misterio. Ah, el misterio.

Tabi Valenzuela

Cancún, 14 de julio, 2021.

 

 



He leído casi toda la tarde, aunque con  bastantes interrupciones,. No he querido parar, estoy picada, entretenida y disfrutándolo primero me gusta sentirme identificada con la ciudad de marcela,  con la hotelería,.. estoy intrigada con la muerte de Britt, y las grabaciones de Patricio...y ya quiero saber que va a pasar con rodrigo y ella después de la inundación así voy.....me esta gustando mucho.....

Gaby Márquez

Cancún, 13 de julio 2021


Hola Mariel, te platico que termine tu libro, me sorprendió el vuelco que dio, me gusto, me hizo pensar, lo disfrute...tanto que lo sigo saboreando, sigo pensando en los personajes...todavía no quiero dejarlos ir....felicidades!!!

 Gaby Márquez

Cancún, 20 de julio 2021


Esta novela me ha hecho sentir de todo en mis 4 cables (cuerpo, corazón, mente, espíritu) memorias, recuerdos, ideas, pensamientos, sueños, pesadillas, angustias, anhelos. Ha sido una delicia para este poco riguroso hombre el poderte leer en una sentada de un día nublado y lluvioso.

 Manuel, 

Houston TX, marzo 14, 2021




Amé la novela. Creo que es la primera vez que leo en mi vida una novela en menos de una semana sin tener que releer además 20 veces los primeros capítulos porque me pierdo con los personajes. Me atrapó, no podía parar a pesar de que tenía mil cosas. 

Patricia Zalce

CDMX marzo 2, 2021 

Presentación por Juvenal Acosta y Gabriel Avilés

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OVEJA NEGRA

  TÍTULO DEL LIBRO: Oveja Negra NOMBRE DEL AUTOR: Mariel Turrent Eggleton GÉNERO: Novela PÁGINAS: 246  AÑO DE PUBLICACIÓN: 2021 COMPRA AQUÍ ...